ESTOS ESCRITOS NO ENSEÑAN, NI CONFORTAN NI GUÍAN, Y LA INQUIETUD QUE ESCONDEN ES SOLAMENTE MÍA...















PARAFRASEANDO A ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ.







31 de diciembre de 2009

Sobre la palabra emplazar...


Sobre la palabra “emplazar”.

Emplazamiento. m. Situación, colocación, ubicación.

Emplazar (1). (De en- y plazo). tr. Dar a alguien un tiempo determinado para la ejecución de algo.││2. Citar a alguien en determinado tiempo y lugar, especialmente para que dé razón de algo. ││3. Der. Citar al demandado con señalamiento del plazo dentro del cual necesitará comparecer en el juicio para ejercitar el él sus defensas, excepciones o reconveciones.││4. Cineg. Concertar (││ir a los monteros con los sabuesos).

Emplazar (2). (de en- y plaza). tr. Poner una pieza artillería en determinado lugar. ││2. Poner cualquier otra cosa en determinado lugar.
Emplazador. m. Hombre que emplaza.

Fuente: Real Academia Española. Diccionario De La Lengua española. Vigésima segunda edición. Vol. 4. (coscarse-engatusar). España. 2001. p. 602.

Sinónimos.
Emplazado
, situado, colocado, ubicado, estacionado, apostado, instalado, orientado, dispuesto, plantado ││Citado, convocado, requerido, intimado, llamado, exhortado, mandado.

Emplazamiento, colocación, situación, ubicación, estacionamiento, disposición, postura ││ Citación, convocatoria, requerimiento, intimación, llamamiento, exhortación, orden, mandato.

Emplazar, colocar, situar, ubicar, poner, estacionar, instalar, disponer, orientar, implantar, dirigir, alinear ││Convocar, citar, ordenar, exhortar, llamar, intimar, requerir, mandar.

Fuente: Gran diccionario de sinónimos. Fernando Corripio. Bruguera Mexicana Ediciones S. A. México. 1977. p. 434.


Se emplazan mis cosas cuando te escribo, se emplazan las horas y los días, se emplazan hasta las palabras que guardo en la boca, me emplazo irremediablemente, me envuelvo de mañanas y despedidas, me envuelvo del hálito que deja “el ya pero el todavía no”, el hálito escatológico de mi biografía, me emplazan las lecturas del periódico, las charlas que realizo alrededor de mi taza de café, estas vueltas de tuerca de tu nombre, cuando lo nombro sin resonancia de futuro, cuando el asombro se me hace sombra, cuando el día murió en su muy quieta cotidianidad, cuando no he salido de mi limítrofe onírico, me emplazas cuando te sueño, me emplazan tus besos, tu saliva que mi paladar recuerda cuando liba en otras bocas, emplazas a las otras que me llaman de madrugada, contándome lo que vivo siempre: la monotonía de la espera, la espera emplaza al tiempo, al espacio, al vacío, la nada, el silencio, la soledad, la sensación fría de estar solo, como no querer que el emplazador eterno me emplace de ti, de tu voz, de tu rostro salpicado de pecas, de tersa melena oscura, bien se dice que no es cuando uno quiere se mueren los recuerdos, ojala los recuerdos sean cigarrillos que al encenderse se consuman, que alivio sería que tu recuerdo se desvanezca entre mis dedos como humo blanco, pero este humo sólo emplaza tu cuerpo; la noción del emplazamiento lo viven los escribientes, el que escribe se emplaza al verificar que “ en nosotros no hay profundidad nada más aquella que ofrece nuestra piel” ( lo dijo con otras palabras André Gide), esta escritura mía se emplaza a sí misma porque nunca termina, es más, dudo mucho que halla andado de papel en papel, dudo tanto que esté estampado mi nombre en algún papel que nos sean los documentos oficiales de identificación, si no fuera por ellos, mi duda llegaría al extremo de mi propia existencia, sino que de Descartes me he curado que dudar de que existo cuando siento es una duda absurda, pero en sí es una duda válida, cierta no, pero legitima al que la exprese; pero todo lo que se emplaza en el tiempo y en el espacio, llega a un punto álgido, el del encuentro, el punto de llegada, a veces sucede, que uno llega sin la otra mitad de nosotros, sin habernos encontrado a nosotros mismos, llegamos sin sombras, con nuestras noches en vela, caemos agónicos, sin reservas, acudimos con nuestros gritos en silencio y nos sucede como en los cuentos que tenemos más la semejanza de una rana que al de un apuesto príncipe y para colmo de los males, la que necesitamos que nos descubra, lleva gafas oscuras de “LACOSTE”; lo que ha hecho el emplazamiento en nuestras personas, es llevar a todas partes: “La otra cara de la realidad”, según Octavio Paz o “La irrealidad de la realidad”, ateniéndonos a lo que dice Xavier Zubirí, se deducirá que es lo que ocultamos, lo que guardamos celosamente, pero no es así, porque sí extendemos el pensamiento de Gide, el emplazamiento culminante somos nosotros mismos.


Heródoto.

No hay comentarios: