ESTOS ESCRITOS NO ENSEÑAN, NI CONFORTAN NI GUÍAN, Y LA INQUIETUD QUE ESCONDEN ES SOLAMENTE MÍA...















PARAFRASEANDO A ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ.







31 de diciembre de 2009

Sobre la palabra emplazar...


Sobre la palabra “emplazar”.

Emplazamiento. m. Situación, colocación, ubicación.

Emplazar (1). (De en- y plazo). tr. Dar a alguien un tiempo determinado para la ejecución de algo.││2. Citar a alguien en determinado tiempo y lugar, especialmente para que dé razón de algo. ││3. Der. Citar al demandado con señalamiento del plazo dentro del cual necesitará comparecer en el juicio para ejercitar el él sus defensas, excepciones o reconveciones.││4. Cineg. Concertar (││ir a los monteros con los sabuesos).

Emplazar (2). (de en- y plaza). tr. Poner una pieza artillería en determinado lugar. ││2. Poner cualquier otra cosa en determinado lugar.
Emplazador. m. Hombre que emplaza.

Fuente: Real Academia Española. Diccionario De La Lengua española. Vigésima segunda edición. Vol. 4. (coscarse-engatusar). España. 2001. p. 602.

Sinónimos.
Emplazado
, situado, colocado, ubicado, estacionado, apostado, instalado, orientado, dispuesto, plantado ││Citado, convocado, requerido, intimado, llamado, exhortado, mandado.

Emplazamiento, colocación, situación, ubicación, estacionamiento, disposición, postura ││ Citación, convocatoria, requerimiento, intimación, llamamiento, exhortación, orden, mandato.

Emplazar, colocar, situar, ubicar, poner, estacionar, instalar, disponer, orientar, implantar, dirigir, alinear ││Convocar, citar, ordenar, exhortar, llamar, intimar, requerir, mandar.

Fuente: Gran diccionario de sinónimos. Fernando Corripio. Bruguera Mexicana Ediciones S. A. México. 1977. p. 434.


Se emplazan mis cosas cuando te escribo, se emplazan las horas y los días, se emplazan hasta las palabras que guardo en la boca, me emplazo irremediablemente, me envuelvo de mañanas y despedidas, me envuelvo del hálito que deja “el ya pero el todavía no”, el hálito escatológico de mi biografía, me emplazan las lecturas del periódico, las charlas que realizo alrededor de mi taza de café, estas vueltas de tuerca de tu nombre, cuando lo nombro sin resonancia de futuro, cuando el asombro se me hace sombra, cuando el día murió en su muy quieta cotidianidad, cuando no he salido de mi limítrofe onírico, me emplazas cuando te sueño, me emplazan tus besos, tu saliva que mi paladar recuerda cuando liba en otras bocas, emplazas a las otras que me llaman de madrugada, contándome lo que vivo siempre: la monotonía de la espera, la espera emplaza al tiempo, al espacio, al vacío, la nada, el silencio, la soledad, la sensación fría de estar solo, como no querer que el emplazador eterno me emplace de ti, de tu voz, de tu rostro salpicado de pecas, de tersa melena oscura, bien se dice que no es cuando uno quiere se mueren los recuerdos, ojala los recuerdos sean cigarrillos que al encenderse se consuman, que alivio sería que tu recuerdo se desvanezca entre mis dedos como humo blanco, pero este humo sólo emplaza tu cuerpo; la noción del emplazamiento lo viven los escribientes, el que escribe se emplaza al verificar que “ en nosotros no hay profundidad nada más aquella que ofrece nuestra piel” ( lo dijo con otras palabras André Gide), esta escritura mía se emplaza a sí misma porque nunca termina, es más, dudo mucho que halla andado de papel en papel, dudo tanto que esté estampado mi nombre en algún papel que nos sean los documentos oficiales de identificación, si no fuera por ellos, mi duda llegaría al extremo de mi propia existencia, sino que de Descartes me he curado que dudar de que existo cuando siento es una duda absurda, pero en sí es una duda válida, cierta no, pero legitima al que la exprese; pero todo lo que se emplaza en el tiempo y en el espacio, llega a un punto álgido, el del encuentro, el punto de llegada, a veces sucede, que uno llega sin la otra mitad de nosotros, sin habernos encontrado a nosotros mismos, llegamos sin sombras, con nuestras noches en vela, caemos agónicos, sin reservas, acudimos con nuestros gritos en silencio y nos sucede como en los cuentos que tenemos más la semejanza de una rana que al de un apuesto príncipe y para colmo de los males, la que necesitamos que nos descubra, lleva gafas oscuras de “LACOSTE”; lo que ha hecho el emplazamiento en nuestras personas, es llevar a todas partes: “La otra cara de la realidad”, según Octavio Paz o “La irrealidad de la realidad”, ateniéndonos a lo que dice Xavier Zubirí, se deducirá que es lo que ocultamos, lo que guardamos celosamente, pero no es así, porque sí extendemos el pensamiento de Gide, el emplazamiento culminante somos nosotros mismos.


Heródoto.

24 de diciembre de 2009

Diario

19 de octubre...

Son las cuatro en punto de la tarde, el lugar el ex-convento del carmén, el motivo era el augurio de las aves que dejan cuando sobrevuelan por nuestras cabezas y nunca más se volverán a cruzar con nuestras miradas.
Como deseo que no llegues, pero eres puntual, raro en una mujer, te ves hermosa y aún en la distancia que me establece el recuerdo no pierdes ni brillo ni contraste, te pido que me sigas a una cafetería al D-VAL, sólo yo pido café, tu sólo me miras y te acaricias tu cabellera con tus manos, al final, salió de mi boca está palabra que aún hoy, no se habitua a estar conmigo, sólo que esta palabra es más que palabra, es sonido metálico, es vidrio oscuro, es veneno digirido por una ballena, esta palabra tiene su reino y su lógica propia, nada que le diga o calle, le resta fuerza ni energía, he sentido su capacidad asesina de tragarme completamente, de encerrarme en su oscuro reinado, y como son las circunstancias, a esta palabra yo le otorgue libertad y vida, de mi boca nació y creció como un sauce, tu me mirabas sorprendida, querías gritarme que me callara, pero tu grito nunca llego a tiempo, y te dije al oído: adiós guardiana.
19 de noviembre.
Llevo un mes sin verte, sin hablarte, sin tocarte, sin nombrarte, dicen los que saben que los vicios son productos de nuestras propias frutracciones, por eso creo que he adquirido el hábito de fumar, cada cigarrillo, se desintegran en poemas persas, que dejan un alivio a este pobre vicioso, cada cigarro desprende todo el recuerdo tuyo, a veces pienso que esta liturgia, esta destinada al fracaso, es decir, no logra un ápice de olvidarte aunque sea un momento, tu recuerdo se instaura con decisión, la distancia hace que uno delire, y tu recuerdo se me metamorfea, adquiere forma de murciélago, de oruga, de ave de rapiña, de ciempies, de columpio o de banca, a veces cuando la soledad es insoportable me dan las naúseas de escribirte, de llamarte, pero la voz grabada del servicio de Telcel, me informa: "lo sentimos el número marcado ha sido cambiado o esta fuera de servicio", sólo como un idiota fumo sobre una banca.
19 de diciembre
Se acaba el año, se acaba navidad, se acaba el mes, pero la impaciencia y este malestar de lo que pudo haber sido, me golpea el pecho, hoy fui a parar al doctor, al parecer tengo síntomas de neumonía, como todo buen galeno, me prohibio el cigarro, ¿Por qué mejor no me prohibe vivir? Le prometí con la cruz en la mano que hare caso a sus indicaciones, al salir del consultorio compré 90 cajetillas de delicados, espero exterminarlos lo que resta del año, y de pronto recuerdo que en cuatro días ella cumple años, vaya que el fin de año no puede estar más amargo que la nicotina que fumo, en fin, recuerdo la voz de mi abuela cuando le decía a mi madre con aquella tranquilidad que sólo los viejos son capaces: "de algo Martha se tiene que morir tu hijo", que sabia mujer de algo debo morirme pero estoy como el título de una obra de Kierkegaard "ni lo uno ni lo utro"... ni vivo ni muero sólo vegeto recordando...

9 de noviembre de 2009

EJERCICIO PARA OLVIDARTE


Metodología: Utilizando una moneda de diez pesos.


Lo único que tengo en mis manos, es una moneda de diez pesos y me pregunto: ¿Para qué servirá esta moneda que no sea para compra-venta? Mientras espero que me llames (caso que nunca sucederá), empiezo con sus posibles usos:


Me sirve primero como pretexto para olvidarte, para cerrarte los ojos cuando te mueras, para aliviarme del stress. como amuleto para la buena suerte (que buena falta me hace), para espantar al perro de la vecina, para tatuarmela, para echarme un volado: cara voy a buscarte, águila me quedo esperándote, para separador de libros, para hacer magia, para tapar la luna, para botón de mi abrigo, para malabares en la cocina, para recuerdo, para coleccionarla, para raspar un boleto de premio instantáneo, para portar tu retrato, para desarmador, para medir el sol, para sombrilla de una hormiga, para sombra de una margarita, como llanta de repuesto para un carrito de juguete, para identificarme como santo y seña, en una cofradía que hacen llamar "Los victorinos decimonónicos", como anillo de boda, para reloj, para cambiarla por un poema, para la rayuela, para destapar las cervezas, para ficha de dama inglesa, japonesa y serbia, como sonaja para el niño que todos llevamos dentro, como pin, para llamar a tu puerta, para nivelar la mesa en donde te escribo, como fusible, para fundirla, como porta velas, para futbolito, para lacre, para extinguir cucarachas, como expansor para el lóbulo de mi oreja, para sellar cartas, para pulsera, como medalla, para parche, como hebilla, para arete de pirata, como pisa papel, para hacer bromas, para llamar la atención de la chica de enfrente, para romper el cristal de tu ventana, para colocarla en la vía del tren, como molde, para tapar botellas, para el retachito con los cuates, como tapón del lavabo, para contagiarte de influenza, para cambiarla por otra moneda y así cambiar de relato, para pedir un deseo, para el mal de amores, para que vuelvan las golondrinas, para espantapájaros, para las despedidas, para el no me olvides, para la cruda, como cura de los desesperados, para escribir en un blog, para invitarte a ver que haces con ella, como identificador de mi perro, para atrapar una burbuja, para sostener un grillo, como tarima de escarabajos, como pista de aterrizaje para las libélulas, para arrepentirte de escribir este texto, para rayarle el coche a tu novio, como herramienta, para sembrar una semilla, como tiro al blanco, para pegarle al gordo, para rezarle a Santo Tomas de Aquino, para escribir en la pared, para dejarla olvidada en el tren, para obstruir un hormiguero, como llavero, para cuchara, para dejar huellas, como botón para interruptor de mi lámpara de escritorio, para hacer una fogata, para sacarla del mercado, como moño para tu regalo de cumpleaños, como pieza de ajedrez, para ficha de dominó, para el turista, para los palillos chinos, para pensar que mañana te veré, para escribirle tus iniciales, para partirla en dos (y que tu te quedes con la mitad de ella), para rompecabezas, para enterrarla, para el altar de muertos, para bajar una pelota de un árbol, para que ya no llore un niño, como símbolo, para ahogar un animal, como anzuelo, para sacarle las escamas a un pescado, como localizador para los lagartos, como antena para radio, como yo-yo, como imán para tu refrigerador, como tapa para tu zapatilla, como promesa para no fumar, para atraer tu atención para que leas éste texto, para que regreses como la noche, para llamar las lluvias, para la buena cosecha, para rasgar el viento, para peinar tu caballera, para ver pasar el tiempo, para morir lento, como juramento de caballeros, como promesa de regreso para los que se despiden, para ancla de un barquito de papel, para tirarla al río, para hacerme una bala, como punto de encuentro, para rascarme la cabeza, para pensar en que va acabar éste texto, para alinearte los astros, en fin, para que tu continúes qué hacer con una moneda, cuando estas preso de la apatía...

6 de agosto de 2009

Boceto



"Yo soy", el que descubrió el juego del "encantado" o de los "encantados"; "Yo soy" que al tocarla: la "encanté", así, inmóvil la dejé, a tal punto, que a un pintor obstinado, le sugerí que le dibujará una rosa roja, sobre su oreja izquierda; pero él prefirió, pintarle un par de alas de mariposa y al verla de nuevo, decidí no jugar más, me coloque a su lado, como un guardián celoso, con el hermetismo de un baluarte y la consistencia de una estatua; éste pintor obstinado, soltó el pincel y tomó la pluma y escribió por tercera vez: "Yo soy" y al ver su obra concluída, firmó con su mote más favorito: Barrilito.

27 de julio de 2009

Todo está aquí...



Todo está aquí: la hora en punto en el reloj de la Iglesia, marcando las ocho de la mañana, la señora del puesto del periódico, colocando los titulares de los periódicos locales, el semáforo en rojo, esperando que pase el señor de la silla de rueda; yo personificando un estudiante universitario, de aquellos que ya no se ven seguido, con su libro abierto: leyendo.
Esperando el trolebus, retiro mi mirada del libro y de repente te materializas, con tu rostro blanco salpicado de pecas, me miras como si miráras una luciérnaga, en medio de un bosque en llamas, es decir, te parezco absurdo y lejano.
Se detiene el trolebus, nos subimos y cada quien toma el lugar de siempre: yo el primer asiento y tu prefieres el último, pegado a la ventanilla, me cuesta observarte, pero hago lo posible para voltear a verte, y tu sigues impasible, innamovible, como si llevarás días viajando, como si un recuerdo te arrebatara el presente, a mi modo, intento en no creer en la fuerza que tiene un recuerdo, lo mío no es la memoria sino el olvido, pero este ejercicio de escritura, subyace el enfrentamiento: el que olvida solamente recordando.
Trato de arroparme en las páginas del libro, lo cierro y leo en voz alta el título: "Las Ciudades Invisibles"; y sucede que al voltear a verte, tu has desaparecido, te bajaste en la esquina anterior o estas esperando nuevamente a que pase el trolebus en la esquina siguiente, por eso, para mí, es mejor leer en silencio, no perturbar en la palabra al recuerdo, que el recuerdo permanezca sujeto y no predicando, porque el recuerdo acude a mí, como aún poseído.
Este ejercicio de escritura, concluye con lo que le hubiera gustado empezar al escribiente:
"Todo está aquí, la basura en el mismo lugar de siempre, tirada sobre el suelo del trolebus, la mirada del señor calvo que refleja un cansancio meditabundo; la señora que no tiene en que entretenerse que nos observa detenidamente: a tí con tus manos blancas y yo con un libro cerrado, ajeno y oscuro; los dos viajando a través del tiempo; una y mil veces".

1 de julio de 2009

Correspondencia #2


Querida ave:
¿Todo lo que he escrito es real o es simplemente una historieta? Es lo que una vez, antes de marcharte, me preguntaste, por el brillo de tu mirada intuí que no esperabas que te la respondiera, y todos los días y todas las noches, desde que me abandonaste, no he dejado de cuestionarmelo, y en realidad, no sé, sí a estas alturas, quieras conocer la respuesta.
Espero aclararte tal dilema, espero que el crucigrama de mi vida, pueda por una vez, resolverse y podamos despedirnos, y esperar que al pasar nuestros días, podamos un día lejano, conversar al calor de una fogata.
Inicio diciéndote que toda mi escritura es y ha sido una falsa, una mentira, un simple sueño de un adolescente permanente, nada es cierto, los personajes, son reminiscencias de mis lecturas: Heródoto no existe, la Guardiana nunca lo fue, el Explorador es un intento de aparentar lo que nunca he sido, El Aquino es profundamente un Santo y Filósofo que nunca comprendí, que las hormigas es una parodia de mis prisas absurdas, el que escribe es sólo esto: una simple letra que nadie puede recordar.
Y que el esfuerzo que hago para concluírla, es el mismo esfuerzo, que hago para olvidarte, y sé que el epígrafe, va hacer cumplido al pie de la letra, al terminar de escribirla, te he de perder irremediablemente, quizás por ello, me extiendo y no quiero terminar de escribir, en verdad, será mejor abandonar la empresa, que se quede como un grito perdido a media noche, una bala que aún está por impactarse, el ir a tí, ha sido arriesgado, es brincar en un abismo, y como la protagonista de Lewis Carroll, aún no termino de caer.
Y la pregunta se ha mutado, como todas cuestión primogenia: ¿la escritura siempre ha sido real? En la respuesta creo que esta también la posibilidad de volver a iniciar lo comenzado.
Heródoto

19 de junio de 2009

Corazón o Carne (IV parte)


13

He tomado mucho o he tomado poco, lo cierto es que estoy apunto de vomitar, toda la noche me la he pasado en una cantina, en donde me han otorgado “crédito”, el dueño del negocio, se ha percatado del mal que me ha estado consumiendo poco a poco, ha sido una noche sin igual, -Seyla se ha marchado de la ciudad-, esto lo deduje de una carta que me dejó con “tú”, sólo he podido leer sólo un par de párrafos, en mi embriaguez sus palabras las degusto con amargura: “ahora y quiero abrirle las entrañas a esta palabra para ver si contiene el tiempo o le pasa como a nosotros que nos consume sin cesar”.




Ella me había prometido que nunca me escribiría una carta, ahora sólo obtengo de ella, unas hojas preñadas de letras, letras que no me indican nada, como si estuviera aprendiendo un nuevo idioma, ahora en mi embriagues recuerdo una oración a la santa muerte que mi tía la solterona repetía incansablemente todas las noches:



“Muerte, tú que andas por el mundo en calles, montes y colonias si encuentras a: Seyla, no la dejes pasar pon en su mente mis pensamientos, si está sentada no la dejes en calma, si está durmiendo que me sueñe y que nunca duerma tranquila ya que un niño ha de oír llorar siempre. Santa muerte yo te conjuro la señal que te pido me has de dar, cada vez que encienda un cigarro, la ceniza tiene que caer en mi mano y si está ansiosa por hablarme, su boca ha de abrirse y como esta oración, ella ha de venir a cerrar mis labios con su boca, ha de venir mansa y desesperada, humillada hasta las plantas de mis pies. Alma de los cuatro vientos que a levante guió a Marco Polo y a cualquier otro explorador, quiero que me traigas a Seyla y que los siete espíritus y las siete ánimas cambies sus amores y vuelva a mí, envuelta en tu gran poder ¡0h santa muerte! ".




Al final sólo recuerdo que llegaron los mariachis, sólo les pedía como José Alfredo que me tocarán: “la que se fue”.



14



La carta de Seyla te la escribí yo… hasta la cruda se me esfumo como la imagen de Seyla al ver frente a mí la figura de “tú” que tenía un parecido al venerable “Buey mudo de Sicilia” y en nuestros tiempos no dista mucho de parecerse al celebre Shalquille O´ Neal.



- En español compadre que no me cabe la idea de que “tú” hayas escrito esta carta que casi me mata de congestión alcohólica.



-Te explicare, pero primero debes guardar un secreto no le digas nunca a Facundo y Dominó, de nuestra plática ¿aceptas?



-Me crees un hombre sin palabra, claro que acepto, y te juro que de mí nunca saldrá esta charla contigo.



-Bueno, si es así, salgamos de este tugurio, infesto y mal oliente, caminemos hacia la plaza tapatía, me encanta ver caer el agua de las fuentes, quiero respirar a todo pulmón aire fresco.
Caminamos en silencio un buen rato, creí que “tú” estaba sumergido en su mundo y que esta promesa se desvaneció en el mutismo de mi compañero, hasta que se acerco a una banca y me hizo la señal de sentarme junto a él.




- Un hombre no debe de hablar mucho puesto que sus palabras deben volver realizadas, un hombre prudente ahorra esfuerzo, su verdadero interés es forjar palabras, una vez formulada, con el poco aliento que le queda soltarla levemente, ella extenderá sus alas, se volverá golondrina, le saldrán patas veloces, sí necesitara cruzar el océano o un río construirá aletas capaces de surcar aquellas aguas, nada le sería imposible, todo porque tiene trazado un camino, nada la puede detener, -¿entiendes esto AK?- y a su regreso no tendrá la imagen de ave, ni de animal veloz, ni mucho menos la figura resbalosa de un pez, tendrá la imagen del cuál y por el cuál fue creada, tendrá el sello del que habló pero a la vez de la oyente, será más fresca que el agua a medio día, relucirá más que una estrella a media noche, será la imagen de la que despierta al hombre que vive en ti, en mí o en el que sea. Lo único que me encargo Seyla es que te enterarás que ella me dictó la carta, yo sólo pulí el estilo y la forma.



15



Sobre la mesa “tú” dejó el dibujo de un cómic una chica con uniforme de escolar, sosteniendo una carta del tarot, en sus ojos esta a punto de estallar una tormenta, parece una chica alejada y perdida para su amante; como si fuera el alter ego de “tú”, un tipo también extraño y lejano, fue la primera vez, en que una noche un hombre no quería recorrer mi cuerpo con sus manos, exigía otro tipo de caricia, quería escuchar historietas, palabras capaces de formarse en imágenes, quería terminar en una noche esta historieta, fue preciso escribir hojas tras hojas, rayar y corregir, después romperlo todo y volver a empezar de nuevo, después el silencio incomodo del no saber que más decir o el cómo continuar contando, en verdad, no fui testigo de lo escrito, ya estaba apunto de amanecer, cuando él de pronto se paró de la mesa, con unas hojas escritas con una caligrafía simple y limpia, sólo memoricé una oración: “ahora esta palabra con su resorte de niebla”.




- Mañana le dejo la carta AK en el hotel, es posible que ya no te vea, tengo que partir quiero volver a casa, a mi también me da nostalgia escribir sobre los distantes, los ausentes, los perdidos, los extraviados, de los decaídos, de los absurdos, de los amorfos, en fin, de la compleja naturaleza humana.



Después que se marchó, quede completamente dormida, me soñé escribiendo, escribía sueños de otro, tenía cada palabra un sabor que al dejarla impresa en el papel desprendía un olor a fruta agridulce, al acariciar aquellas letras tenían la textura del durazno, por cada letra escrita se abría a mis ojos un jardín o una plaza o se avisaba un conjunto de islas o daba la apariencia de una inmensa ciudad sumergida, con sus callejuelas y en una de ellas el hotel París, me vi envuelta en esta ciudadela, nadé lo suficiente hasta llegar al hotel, en la entrada la madrota flotaba y entre los dedos de la mano colgaban todas las llaves de las habitaciones, a un lado del mostrador la guitarra de Domino, observe que en cada cuerda reventada tenían amarradas a un plástico azul, mi nombre seguido de otro, continué abriéndome paso entre tantos cuerpos de amantes no sólo míos sino el de las otras mujeres, llegue como pude al veinticuatro, y la cama por capricho de alguien se mantenía arreglada, pero encima de ella, yacía el cuerpo desnudo de AK, como si la muerte dejará en su rostro un rostro pacífico a pesar de las despedidas de tantos amores perdidos, sus labios apretaban los jirones de una carta que nunca me envió, no pude soportar más y desperté porque no quería ver más esta escena o porque tenía planeado abandonar ese día la ciudad y se me estaba haciendo demasiado tarde.



16



¿Por qué volver un lugar común, un lugar árido e intransitable? La autobiografía es esté lugar común, donde todos dicen “yo”, pero este es un oficio sobre la escritura patentar hechos que nunca ocurrieron, por ello, es un arte la escritura esconder lo que sí fue un suceso, sobre lo que nunca ocurrió y amalgamar todo esto que conforma nuestra historia personal.



En el hotel París, lugar en donde trabajo a partir de las siete de la tarde, entran jorobados, vejetes, decadentes, arruinados, solitarios, enfermos mentales, genios desorientados, y al salir, después de un ejercicio físico extenuante se sienten: conquistadores, exploradores o poetas, se levantan entre sus ruinas para construirse una ciudad amurallada, y no es que sea una caprichosa diosa ni una Dido a la inversa ya que ella primero los tomaba como hombres y después terminaban hechos unos cerdos, en consecuencia, puedo asegurar que mi arte lo fui aprendiendo, no se me impuso, fue algo que opté, y fui haciendo mi destino en ser la prostituta más recurrida, de la cuál, muchos se han enamorado, muchos han querido formalizar una relación monogámica, en realidad, no es lo que deseo y no lo deseo por el simple hecho en que cada vez que me acuesto con un hombre me siento cada vez más libre, cada vez más yo, este cuerpo es mío y sólo por unos momentos, a cambio de una retribución otras manos acarician lo que nunca podrá pertenecerles: yo llamada “Seyla”.



Me prostituí por vez primera cuando cursaba el tercer semestre de preparatoria, no era buena en una materia, el maestro no tenía otra opción, según me comentó, a no ser que me convirtiera en su amante, entonces era posible que aprobará la materia, y así fue, pasé esta materia y pronto se corrió la voz entre los maestros que me daban clases, ellos me reprobaban y yo a cambio me dejaba acariciar, desnudar y poseer por sus lascivos deseos, uno de ellos, me cogió sin quitarme el uniforme escolar y fue sobre el escritorio en que me envistió como corcel en carrera de muerte, lo disfrute como nunca lo había experimentado, el resultado fue que termine la preparatoria, me encanto el sexo a cambio de algo, a cambio de lo que me dieran nunca era suficiente a lo que compraban.



Después con el tiempo, acudí a un Dance´s Club, en donde la cosa era más sencilla, bailar, realizar acrobacias sobre un espacio pequeño, sosteniéndome en un tubo que no sólo atravesaba el techo sino mis sueños y mis días, conforme pasaba temporadas en un solo lugar, los clientes terminaban en olvidarme, cada chica nueva era una enemiga que me robaba la aprobación masculina, así que cuando salía a la pista y no recibía nada más que vituperios o empezaban a corear el nombre de otra, era el tiempo de salir por la puerta de atrás y buscar otro club, hasta que todos los club´s de la ciudad han sido recorridos, cuando el último ya está a más de treinta kilómetros de la ciudad, esto te indicaba que tenías que cambiar de domicilio, de teléfono, pintarse el cabello de otro color, recortarlo un poco, cambiar el guardarropa, elegir otra faceta de tu persona, tenía que cambiar de nombre y de tantos nombres, que el verdadero fue borrado de la memoria.



Después de los club´s acudí a ser mi propia promotora, subí fotos mías al Internet, en donde las frases más absurdas son las que más llamadas y citas reciben, creo que los hombres que nos contratan nos consideran simplemente un cuerpo y nada más, en donde deshacer su propia frustración, de hecho así era, tipos en la mayoría reprimidos, en que sus mujeres gobernaban sus cosas, sus vidas y sus camas, y para eso me contrataban, después del sexo, escuchaba sus peroratas de siempre, la culpa la tenían siempre sus mujeres, me imaginaba a estos señores, volver a sus hogares, después de estar en la cama conmigo, me imaginaba la cara de hipócrita que ponían sus mujeres al sentir el olor de otra sobre la piel de sus delicados maridos, creo que no lo soportaría o vomitaría sobre él o terminaba matándole a punta de golpes.



Terminé aborreciendo las citas a ciegas, citas a moteles o a domicilio, de hecho las citas fueron cada vez menos, entonces decidí en probar suerte en los hoteles de la zona comercial de la ciudad, lugares fijos, como casetas de teléfonos, en donde con unas monedas puedes realizar una llamada y escuchar del otro lado del auricular la voz que siempre amaste. Y fue ahí en donde conocí a AK, fue en esas habitaciones de camas estrechas, en donde por vez primera escuche a la poesía:




"Santoral del sábado: Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad. Das el placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables (…) Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y los perversos, te doy todo mi dinero, te corono como hojas de hierba y me dispongo a aprender de ti todo el tiempo".

18 de junio de 2009

Corazón o Carne (III parte)


9


Escribo en mi cuaderno:

- “Nadie coge a la misma puta dos veces del mismo modo”.

Cada vez, ella es otra, se descifra, se maquilla distinto, guarda otro aroma, sus gestos no son los mismos, hasta su pulso y su respiración cambia, en esto radica el oficio de ellas, en ser otra cada hora, cada día y cada noche, ellas no se rigen con el calendario moderno, ellas siguen el trayecto de la luna, están continuamente construyéndose, reinventando, a cada quién le otorga lo que anda buscando, es una sabia en pasiones, sí han de actualizar el Kamasutra, ellas serían las primordiales guías que han de tomar en cuenta, pero nadie habla de ellas, aunque son las más solicitadas, nadie quiere verlas aunque expongan su delicadeza femenina a cualquiera, nadie, sólo yo, pero a mí me gusta comentarme a través de mi “nada”, ésta nada es “metafísica”.

Sólo un Don Nadie tiene el privilegio de alabarlas de escribir algo sobre ellas, aunque sólo sean pre-textos y nunca una escritura que se formalice en libros y llegue a las manos de los lectores, pero los lectores modernos, quieren que les hablé de personajes extra-normales, que cuente con super poderes, y dejé un legado, pero el legado de un super hombre, es que nunca muere, nunca sabemos si lleva un baño portátil, pues siempre esta impecable, nunca eructa ni huelen mal sus gases, y al parecer nunca tiene sed, un héroe fabricado por nuestros tiempos es un anti-héroe, los clásicos ponderaban lo contrario: lealtad, valor, fuerza, sentimientos, imagínate “un valeroso Aquiles llorando”, y así lo hizo Aquiles, no lo ves nunca en un X men o Batman, para ellos es el odio, pero no lo que revele sus más hondos sentimientos, sí así, son los héroes ¿cómo estarán sus adoradores?

Lo curioso es que los héroes nunca existieron sólo están sus seguidores que tratan a todo costa imitarlos, pero nunca he sabido que se pueda imitar a la perfección a la misma perfección, vaya si no también sus actos son absurdos, pero fíjate bien como enmarcan la ceja cuando hablan de sus super héroes, si es posible llevar el mismo traje, se hacen más y más interesantes, pero que no le menciones que un héroe (no nuevo porque siempre ha estado antes que ellos) sea una puta, la super chica poderosa, poderosa pero puta, no es concebible, si alguien atenta contra la “dignidad heroica” está idiota o loco que al caso es lo mismo.
A estas alturas de la vida, es relativo preguntarme:

-¿Por qué estoy aquí y no en otro lugar?

-¿Quién olvido esta mujer que ahora duerme a mi lado?

-¿De qué mujer me he alejado al tener a ella a un lado mío?

-¿Qué me atrajo hacia ella?

Y no porque yo sea más noble, al cuestionar estas circunstancias o dejé de serlo por no hacerme las preguntas, coger con una prostituta, cada quincena, no es relevante el dato, sino ¿El por qué no dejo de hacerlo? Y ¿Por qué siempre con ella? Acaso sea me han olvidado las reglas básicas: “nunca pero nunca jamás te enamores de una puta”, y si sigo con ella, simplemente muestra que el amor es un hecho que no está tan alejado de nuestras vidas y esto me hace recordar la recomendación de Ovidio: “Pues te hallas libre de todo lazo, aprovecha la ocasión y escoge a la que digas: Tú sola me places”.

Yo siempre pensé que ellas han dejado de amar, pero resultó todo lo contrario, el amor de una puta, carece de precio porque los ha tenido todos, el mío hasta este momento ¿Cuál ha sido? ¿Y esté costo podrá ser medido?

Son preguntas que en realidad no sé, si tengan respuestas las han de tener pero a su “tiempo”: esta palabra odiada por el cuerpo, en cada arruga que surge del rostro, cada vez, que los movimientos motrices son más lentos, cada vez, que dejo que la melancolía consuma mi cigarro, el único bien del tiempo, es que siempre pasa y nunca deja de hacerlo, todo pasa, todo fluye, no hay duda, padezco la imagen de un Heráclito decadente.

10

Encontré a Seyla, en una biblioteca municipal, a las 2:00 de la tarde, sumida en la lectura de un libro, nunca notó que la observaba, como se observan las flores del jardín de mi casa, me acerque y observe que el libro que leía era el de “Naná” de Emile Zola, fue entonces cuando me di cuenta de la importancia de los libros, como el sol para las flores, para ella eran los libros y yo que nunca he leído a Zola. Al tocar su hombro sentí que la arrebaté de los brazos de Zola; me quise disculpar pero al mirarme, me sonrió y sin más, me ofreció un asiento para que la acompañara en silencio su lectura.


- Sabes nunca creí que fueras amantes de los libros.

- Ni yo, esta biblioteca me queda en la ruta a mi casa, paso siempre, hoy no sé por qué, entré, es como cuando entras a una iglesia abandonada, entras para sentirte solo.


- A esta hora de las tarde los hombres de negocios dejan colgado en el reloj sus sueños, sus planes y hasta las caricias hacia sus mujeres, son muy higiénicos en sus horarios, nunca interfieren sus tiempos, todo está fríamente calculado.


- Como ves yo no soy hombre de negocio, lo que dejé colgado en el reloj fue tu nombre, por ello, detuve el tiempo, este instante no ha transcurrido, se ha detenido en nuestras miradas.


- ¿Por qué no me escribes un libro? Dices cosas que me gustan, no importa lo que piensen los otros, es como un hijo mientras lo ames, lo demás carece de importancia.


- No quiero escribir mientras estés a mi lado.


- Necesito alejarme de ti para que escribas, no crees, que es una petición caprichosa.


- Lo que somos lo somos por un caprichoso dios.


- No creo en lo divino y no lo necesito.


- Algún día escribiré, no te preocupes deja que me crezcan las alas, que mis vellos se conviertan en plumas blancas y suaves, y con ellas, te lleve muy lejos de aquí.


- No necesito viajar soy el viaje mismo.


- Que ocurrente y me dices a mí que escriba un libro, yo también quiero pedirte lo mismo.


- Recuerda esto siempre: la única puerta a la que conducimos es hacia la soledad, nunca la abrimos completamente pero la sostenemos lo suficiente para que jamás se cierre, por ello, una puta nunca podrá escribirte una carta.


11

El hotel se llama “París” y me recuerda, cada vez, que alquilo una de sus habitaciones la frase de E. M. Cioran: “Si hay que fracasar en la vida, mejor es hacerlo en París que en cualquier otro sitio”, sí hay que fracasar tendrá que ser en Francia, pero los Gales están muy lejos, en cambio, se extiende a mis ojos, un hotel andrajoso, deteriorado, con las paredes pintadas de cal, tiene tres plantas, nunca he pasado de la segunda planta, en la tercera ignoro si existen habitaciones, o son pequeñas bodegas, en las cuales acumulan los huéspedes, lo que nos sobra siempre a los hombres, oscuras soledades y ciegas decepciones, el motel cumple de cierto modo, con una función la de ser un depósito de los desechos de los sueños juveniles. Seyla no se ha reportado, según sus compañeras a estado enferma, pero nadie sabe su paradero.


Continuó con el juego de la evocación, rento la habitación veinte y cuatro, mis pasos se oyen pesados y sordos por las escaleras, carecen de la música del taconeo de Seyla, abro la puerta y parece que nunca he entrado en ella, pero no sé por qué la cama la veo cada vez más angosta, me siento al borde de ella y me desnudo frente al espejo, y observo una barriga prominente, la barba está casi blanca, al menos no estoy calvo, parezco un buque varado en una playa perdida, esto debí apuntarlo en mi cuaderno pero ya es demasiado tarde, lo trascribiré en otro momento, ahora sólo necesito dormir un poco.

La mañana en el hotel “París” inicia a las 4:00 a.m. con el abrir y cerrar de puertas, los primeros en salir son los comerciantes, al parecer traen envuelto al mundo, los olores que desprenden sus productos, como frutas, especies, carnes de ave seca, panes; parten con ellos, los secretos de otras tierras, sus voces son familiares de camaradería, aunque los desdichados apenas si han intercambiado algunas miradas, y nombres de las mujeres con las que han pasado la noche.


Alguien mencionó el nombre de Seyla, y sucedió como sí un enjambre de abejas hubiera penetrado violentamente en el hotel, entre todos descubro la voz de un amigo de la infancia, su familia siempre se ha dedicado al comercio, nunca creí que en Guadalajara me lo encontraría, me levante a saludar al viejo amigo, estaba tan acalorado con su relato que no me conoció, estaba -entre dos personajes algo excéntricos, uno de ellos eran un tipo obeso que medía casi los dos metros y el otro era un tipo vestido como el clásico pachuco, con sus zapatos de charol, ropa blanca y con un sombrero acomodado a miedo lado de la cabeza, los tres fumaban, y el humo que desprendía figuraban tres locomotoras a punto de estar descarrilándose, mi amigo con su voz francamente de paisano, abría en su conservación toda una lista de preciosidades para describir a Seyla:


- Una vez montado en una tigresa, nada se le parece, porque ella es única, es heredera de las antiguas “alegradoras”, eran indispensables en el ejército de los antiguos guerreros aztecas, tenían alto rango y eran más preciadas que la espada misma, porque ellas eran el corazón que mantenía al guerrero herido, en medio de las filas del enemigo.


Interrumpió de pronto su relato porque escucho el pobre infeliz la voz de Seyla que provenía de la planta baja, esa voz tan familiar para muchos de los que nos encontrábamos en el hotel; era como si la luz rasgará de pronto la oscuridad de la noche, su paso era decidido como una sacerdotisa, solemnemente andaba con soltura en este estrecho pasillo, dirigiéndose a su cuarto, lugar que una vez que entraba, las prisas se diluían entre sus caderas, nosotros anhelábamos que perdurará esta visión, pero inmediatamente entro al cuarto cerro la puerta, sin que alguno de nosotros la acompañaran, sólo vimos un letrero colgado, poco acostumbrado en este hotel:


- “Por favor de no molestar”.

12

Todos resolvieron en partir a sus respectivas labores, Facundo que así se llama mi amigo de la infancia, me saludo efusivamente, me presento a sus dos camaradas, el pachuco se hacía llamar Dominó, el otro el que tenía el aspecto de pertenecer de línea directa a algún ser mitológico solo le decían “tú”, según mi amigo “tú” sólo utilizaba la palabra hablada para pedir de comer, y no era que lo decía tal cuál sino simplemente “por favor”, así que de estas dos palabras que manejaba tenías que conocer la entonación para que “tú” reaccionara y pudiera ayudar e intervenir cuando lo necesitabas, de los demás, los cuatro formábamos un conjunto a modo del hotel, pareciera que fuéramos un mueble o un cuadro necesario en el adorno del inmueble.

Salimos a caminar por la calzada, se veía afuera una gran movilidad, el tránsito congestionado, los automovilistas de mal humor y fue curioso que todos los que observé traían un cigarrillo consumiéndose entre sus bocas, a mis camaradas todo ello les era indiferente, sólo lamentaban que Seyla no los aceptara en su aposento, maldecían y escupían, no fumábamos porque no teníamos para comprarlos, yo y “tú” caminábamos taciturnos como si nuestros pensamientos fueran dos piedras incapaces de moverse del cráneo, como una pesada carga llevada, de ello, solamente nosotros sabíamos de su existencia.

Facundo inicio con la propuesta de cantar a la orilla de la calzada la canción de “Stand by me”, repetirla hasta el cansancio y que “tú” o el que sea pida dinero a los paseantes, pregunté sobre la guitarra, todos quedaron atónitos su guitarra la habían dejado en el hotel, antes que nosotros reaccionáramos “tú” salió corriendo en dirección del hotel, espero que el infeliz la encuentre, -comentó Facundo-, sería una lástima perderla pero como todas las cosas se van o se pierden, en fin, es inevitable estas situaciones.


Nos sentamos en rueda, mientras las personas nos insultaban cada vez que tropezaban con alguno de nosotros. Tardamos sentados más de dos horas y ni un rastro de “tú”, Domino se levantó mirando hacia el lado en que se fue “tú”.

- Nunca se nos ha perdido, esta ciudad es un inmenso laberinto, no fue buena idea Facundo de venir nada más a visitar Seyla, te hubieras contentado con tus historias, hubieras inventado algo fantástico, no sé, que la sacaste de estas ruinas y que ahora vive en tu casa, esperándote a cenar.


-Mira como son las cosas Dominó, nosotros pensábamos que “tú” nos sentía imprescindibles pero la realidad es otra, él es más indispensable y ahora que no viene como se le extraña. Estoy pensando que el infeliz se quedo con Seyla, espero que este acariciando esa tersa piel canela, espero que así sea.


Será mejor ir hacia el hotel- preguntar sino lo han visto llegar- comenté casi sin ganas, parecíamos tres figuras deformadas por la luz del sol, como espectros, sentía que la sangre me quemaba, tenía unas inmensas ganas de fumar, pero como buen adicto, lo que no tenía era dinero para comprar, siempre en estos momentos de ansiedad me pongo en trance, me imagino que soy yo el señor del Ford rojo, que está fumando y aspirando el olor a tabaco, ese olor que tranquiliza los nervios, siento en los pies, la potencia del motor, veo su celular seguro que ha de tener un número de celular y que en el otro lado de la línea, una voz melosa y femenina, le estará diciendo: “hola amor, en dónde estas, a qué horas vas a venir por mí”.


Cosas que un hombre normal tiene y que un excluido como yo no tiene derecho. En fin todo trance es momentáneo, llegamos al hotel y la encargada nos miró con cierta ironía de que las madrotas siempre conservan, antes que habláramos, nos dejó un sobre amarillo, -se los dejó Seyla y comentó de que no se preocupen por “tú” se lo llevó a comer y que a las siete de la tarde regresa.

Una pregunta santa señora –dijo- con cierta sorna Facundo, no vio alguna guitarra que cargará Seyla.

- Sí, pero me la dejó a pago de sus rentas que tienen atrasadas y aun así, no cubren ni la mitad de su deuda.


-Bueno, al menos véndala bien o regálesela a un virtuoso que ame la música.

-Si tía, es una lástima que le arrumbe detrás de una puerta, es posible, que una joven nunca se enamore o que un joven se suicidé al no tener el medio para expresar su sentimiento, el amor es una empresa delicada, -comentó Dominó- al ver el objeto de sus amores perdido para siempre.

Nos asomamos por la puerta principal, la tarde estaba cayendo, los autos con sus luces mortecinas, los peatones con su andar cansado, nosotros mirándonos como queriendo decir algo que nos ahogaba la garganta como si cada quien tratará de tragarse un planeta, el silencio, nosotros, y la guitarra detrás del mostrador, como si las despedidas sólo tienen lugar cuando nadie puede hablar, cuando todos olvidan la tonada de una canción, como se olvidan los rostros de los amigos de la infancia, así, permanecimos no sé si un minuto o cuatro décadas.

17 de junio de 2009

Musae


Te he estado buscando y hasta el día de hoy, en realidad, no sé, sí te he encontrado; me pareció haberte visto en ojos de otra mujer, se parece a tu modo de decir las cosas, también habla de los silencios que guardan las letras, también como a ti le fascina las estrellas, y esta duda mía, parte de que ella, no entiende mis miradas, se consterna y me pregunta, pero yo no puedo hablarle de ti, porque eres un secreto compartido sólo de nosotros, y como te has dado cuenta he escrito: "nosotros", sí, lo admito, te extraño tanto, la que tengo a mi lado no eres tú, y parece que caigo en un conformismo, al permanecer, a su lado abrazados toda la noche, juntos y distantes, y mis caricias son tatuajes, sin sentido; pistas para que aterrice un sueño llamado "tú", pero al leer estas letras mías, te darás cuenta lo lejos que estamos, el uno del otro, y que mis intentos por hallarte, es el andar de un ciego que da bastonazos al aire, y sólo porque a ti te llamé mi musa...

El verso de Neruda



La recuerdo siempre con un verso de Neruda: “Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos”, pasó a mi lado y solté el verso como la flor suelta el pétalo cuando la sacude el viento; se detuvo a unos pasos de mí, no quiso mirarme, sólo escuché aquella voz, clara e inconmovible:
- ¡Váyase al carajo, usted y Neruda!
Y se alejó lentamente por la calle catorce; aún no pasaban de ser las diez de la noche, tenía frío y me encontraba solo y la soledad es un lugar tan común que pocas veces es visitado; llegué a mi cuarto de soltero y me encogí sobre la cama como se encogen las flores de un día... así pasaron los días y mi memoria olvido el verso de Neruda y a la mujer que el verso invocó.
Me encontraba a la altura de la puerta de mar, a medio día, trataba de llegar al otro lado de la ciudad de Campeche, abordé un microbús de la ruta “jardines”.
Como en toda ciudad las prisas son la materia prima de los imprevistos, al subir y al tratar de pagar el boleto, se me resbaló de la mano una moneda y se incrustó en un agujero y frente a ese agujero, (todo agujero no solamente atrapa monedas sino miradas), se encontraba una mujer hojeando una revista de “Vanidades”, al levantar la mirada, se encontró con mi conmoción de no poder agarrar la moneda para pagarle al chofer.

- Por supuesto, tenía que ser usted y el Señor Neruda, aunque observo que lamentablemente lo abandono.

- Es posible, -le dije- casi abatido.

- Espero que no me lo haya tomado a mal lo que le dije aquella noche, creo que esa fue la peor de mis representaciones, es más, sí me hubiera dicho un piropo de seguro ni me hubiera detenido pero con un verso es distinto, una se siente recién creada y entonces conoces el para qué florecen los cerezos.
Metió la revista en un bolso pequeño, éste como boa engulló la revista y la desapereció de mi campo visual.

- ¿Y por qué se indignó conmigo, con Neruda y su verso?
Me miró a los ojos y con aquella voz límpida escuché un secreto:
- El problema no fue ni la voz, ni el verso, sino la falta de sentimiento con que fue expresado...

El Mago




El escritor es un mago, se sube a un escenario en donde el público brilla por su ausencia, a pesar de ello, se viste con sus mejores galas y prepara el espectáculo lo mejor que puede.

Saca de su bolsillo un pañuelo de color púrpura, lo pasa a través de tu mirada, lo voltea de un lado a otro, para darte a entender que no hay nada: sólo se encuentra el pañuelo, el mago y tú.

Entonces abre las manos para coger una pluma que parece mágica, le da tres toques continuos y aparece una paloma blanca y la hecha a volar para que verifique que la tormenta ya cesó. Pero tú sabes que la paloma no va a volver jamás, sí acaso, la tormenta la detendrá en un parque por un momento pero continuará su vuelo alejándose, cada vez más de la presencia del mago, del pañuelo y de ti.

Pero lo sabes tú y te lo guardas, sabes muy bien que al mago es lo que menos le interesa es la ruta que tomé la paloma; se prepara para otro acto, pide la participación de la audiencia ausente, hace un gesto para sentar a una persona que no dudo en participar; te mira a ti y te estira los brazos para traerte hacia él lentamente, lo miras asombrada y te olvidas de la audiencia ausente, del pañuelo que guardó en su bolsillo, te olvidas hasta de ti misma y de la misma presencia del mago, pareces elevarte de la tierra; el mago a pronunciado una palabra que nunca has creído en ella, te sientes ligera como una pluma y una lágrima rueda perezosa por tu mejilla, la palabra es tan fuerte como tu temple, el mago te mira y te dice que la pronuncies para que tú y la palabra sean una misma cosa, balbuceas como si estuvieras aprendiendo un nuevo lenguaje, la murmuras y sientes el aleteo de la paloma y el aire enfurecido de la tormenta.

Termina el acto y el mago te regala un papelito de color azul, lo guardas en tu bolsillo. La función ha concluido y un telón oscuro cubre al mago de su audiencia ausente. Sales y afuera las calles continúan en el mismo lugar, la tormenta ha minorado, sólo recorre el aire con una escoba grande la avenida, arrastrando las hojas de los árboles y miras hacia ellos y ves aún la paloma acurrucada en la rama más alta.

Llegas a tu casa y te observan los tuyos, hay algo en ti que tiene un aire de conquistador, de explorador y de emperador, sacas el papelito como el mago saca de su bolsillo el pañuelo púrpura y lo pasas a través de sus miradas para demostrarles que sólo se encuentran tú, el papelito y ellos. Abres el papelito azul y pronuncias solemnemente aquella palabra y una infinita bandadas de palomas cubren el espacio de tu barrio de un lado a otro.

Posdata del mago: la palabra es: LIBERTAD.

13 de junio de 2009

La Postal...

He recibido tu postal, en la cuál, me comentas que no has visto volar algún dragón, aquí a diario, los veo alzarse sobre mi cabeza; pero eso a lo cuál llamas "palomas", en verdad, esta especie me es desconocida.
AVE

12 de junio de 2009

Corazón o Carne (II parte)


5


Leer las cartas del Tarot, es tratar de obligar a la memoria a terminar esta historieta, de pronto sacas una carta, y la carta tiene el sello de la muerte, esta carta la observo detenidamente, realmente no causa miedo su imagen, pero sí, me causa intriga; porque saque esta y no otra; en realidad, estoy tirando las cartas, para saber más sobre Seyla, si me viera, le resultaría cómico, pero nada hay de cómico en que la carta que sacas a la mujer que amas sea el de la muerte; sigo jugando, tratando de cambiar la fortuna, repito la misma operación, ahora vuelve salir La torre, pero la imagen es de una torre derruida, aún no la rescato, cada vez la estoy perdiendo, me niego a continuar a jugando, guardo las cartas, en el casillero en las cuáles conservo las cartas que le he escrito y que no pienso enviárselas. Es entonces que me escudo en la demencia con un cigarro...
- ¿Necesitas en sí, conocer mi nombre? me llamo como tú quieres que me llame, tengo el arte de encarnar a cualquier mujer que tu has olvidado y no porque no te gusté recordarla, sino porque está tan lejana a ti, que no tiene caso traerla al mundo en donde gira tu vida, pero yo puedo hacerlo, vamos ¡amor! Nómbrame una vez más...


6


Coger no es solamente sostener algo o agarrar, no es chingar, como dice Octavio Paz, porque no rompes nada, es sumergirse en un espacio cerrado y perfumado a Givenchy, es recorrer con las manos lo que no puede ser reconocido, el tacto no puede transmitirnos la biografía de esta piel cálida y olorosa, suave y firme, parece un papel fino, en el cuál, nunca quisieras escribir nada, por ello, sería necesario que la piel tuviera caracteres para descifrarlos, comprenderlos, leerlos y memorizarlos, amarrarnos con estas letras los dedos de la mano, escribirlos en la puerta de nuestras casas, guardar con ellos, un día para repasarlos nuevamente en la memoria del tacto. Coger no es un acto aislado porque no lo realiza una sola persona, es más, lo realza la especie, todos cogen, todos lo hacen, uno simplemente lo imita porque somos capaces de hacerlo, entonces, ¿por qué esta sonrojes? ¿Por qué de esta vergüenza que nos carcome por dentro? ¿Qué tan malo ha sido el alimento de la carne para el espíritu?


7


Las puertas de los hoteles tienen una semejanza a los días del calendario, por ejemplo, ves colocado en la puerta el número 24 y te sucede lo mismo como cuando ves el mismo número sobre el calendario, no tienes ni la mínima idea de lo que va suceder, hasta que llegas a dicho día y es como cuando abres la puerta del hotel, entras y sucede que nada se parece a lo imaginado, la cama es más angosta de lo que hubieras deseado, tiene un fuerte olor a cloro, en vez, del olor que desprenden miles de pétalos de rosas, las sábanas percudidas y maltratadas, y sobre todo cuando abres la ventana, en vez, de que dé hacia un paraje verde y soleado, te muestra la ciudad gris y a sus columnas se extiende un vericueto de calles que parecen el intestino de un animal mitológico, como el minotauro, tienen que verlo ustedes con sus propios ojos, traigan a un arqueólogo para constatar éste descubrimiento, aquí en esta ciudad yace los restos mortales del minotauro, si esto lo hubiesen descubierto los primeros residentes de esta ciudad, no hubiera tenido el nombre de Guadalajara sino el de “mino”, al final sería así, en vez, de “minotauro”, ya que todo ahora lo abrevian. Viviría en la ciudad mítica, sus ciudadanos serían héroes en busca de aventuras, aquí no sería una ciudad en pleno llano sino un gran puerto marítimo, las necesidades de sus ciudadanos se transforman en atrevimientos que generaría la ingeniería civil, Venecia sería una copia vana de está ciudad, es una lástima que sus hombres se dedicarán como a todas las ciudades del orbe, a la compra-venta del trabajo de los hombres, y no hayan sido capaces de lucrar con sus sueños. Pero esto es un asunto que de pronto me pongo a pensar cada vez, que Seyla, no llega a tiempo, estar solo en una habitación como esta, no es solamente sentirse invadido por la zozobra de estar naufragando sino el que prueba un General cuando ve dispersas todos sus tropas: fragmentadas, disminuidas, desertando, haciendo lo que les viene en gana; la disciplina militar ha sido complaciente y empobrecida. Me pregunto como se preguntará a su tiempo el General: ¿Cómo hago para que vuelvan a reunirse en un punto todas mis tropas? ¿Qué mensaje envío que sea el adecuado y que no de a notar mi agonía? En estas me pone esta mujer cuando la espero, últimamente las esperas se han ido a largando, ayer la espere más de cinco horas, espero que está vez no tarde tanto, ya no tengo cigarrillos y no quiero salir a comprarlos. Sigo esperando, esto escribo en la última línea de mi cuaderno.


8


Esta a punto de amanecer y no sé si soñé o lo viví: una mujer ofrece su cuerpo al que adivine que tipo de piedra es la que contiene su corazón, sin más, me adelante a todos los que la rodeaban y grite: ¡eres un zafiro! Me miro consternada, desencajando el rostro, agarrándome del cuello de la camisa; -acaso me tienes en tan poco valor-, -hay demasiadas zafiros, yo soy única-, -el que sigue-; me levante enojado, porque no fui capaz de descifrar el tipo de piedra que tenía la mujer en su corazón, me pasé todo el día siguiente, preguntándome una y otra vez, ¿qué tipo de piedra guarda esa mujer en el corazón?
No llegó a la cita, pague la habitación por quedarme toda la noche, en este hotel, una noche más en vela, lo que hace uno cuando esta desocupado, echado sobre la cama, contando uno a uno el pasar de los autos, las camionetas, los de carga o transporte de personal, alguna que otra sirena de ambulancia o de policía, esta agonía de no poder conciliar el sueño, como los personajes del “Clan de los Insomnes” de la novela de Vivian Abenshushan, para que no gobierne el sueño en sus vidas tienen que contar historias; deduje al final de su lectura que los desvelados somos cuenta historietas.

30 de mayo de 2009

CREADOR DE MÁSCARAS



“Todo espíritu profundo tiene necesidad de una máscara”.
F. Niezstche.

“Más allá del bien y del mal” Apartado 40.

El Místico como Rey Misterio como Blue Demon Jr., utilizan una máscara, como el maquillaje que usan las rubias oxigenadas tales como Paulina Rubio o Madonna o como mi vecina o como la que me corta el cabello o la que me extiende un boleto para asistir al concierto de Vicente Fernández; también Don Vicente lleva una máscara cuando sube al escenario y entona aquella canción de Joan Sebastián: “Un millón de primaveras”.
Y al mirar al que ésta a un lado mío que canta a coro la estrofa: - “Te molesta que te hablé de mi amor”-; observas su enmascaramiento y cada uno de los que se encuentran en el concierto; buscas la salida y te topas que también los policías traen máscaras, a pesar de estar uniformados, no son iguales y cada quién resguarda la profundidad o superficialidad de su ser.
Abordas un taxi y el taxista ensimismado quiere arrancarse la máscara, quiere descubrir su rostro a alguien que jamás volverá a ver, pero tú como él, llevan el mismo disfraz, necesitan un breve golpe de vista, para descubrir que es mejor seguir ocultando cada cuál su misterio; mejor rompes el silencio y le solicitas que te lleve a la cantina de “Las Fuentes”.
Te deja a la entrada de dicha cantina y en la entrada, se encuentra una tarima, que esconde a los que habitan este lugar ruidoso, envuelto en infinitas volutas de cigarro, abres la puerta y al entrar, se queda oscilando como un par de campanas en un pueblo olvidado; te sientas en la barra, el tabernero no te pregunta: -¿qué es lo que deseas tomar?-
Coloca una copa de whisky en las rocas, sólo te menciona que es cortesía de la casa y te da la bienvenida; al darse la vuelta su rostro se refleja en las innumerables botellas de licor y su rostro se multiplica y cada reflejo te conducen a distintos niveles de un mismo laberinto; prefieres para borrar esta horrorosa imagen, la presencia de una hermosa mujer, levantas la mano para que te haga compañía, es como la que describe Joaquín Sabina en su canción "19 días y 500 noches": -“la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta”-, te da una ficha de color rojo, como si te diera una señal, alguna protagonista de las novelas de Robert Louis Stevenson, la ficha la guardas en tu saco, sacas tu billetera y le extiendes un billete en donde la imagen verde de Sor Juana Inés de la Cruz, intenta decirte que el afecto que buscas en está mujer nunca lo vas a encontrar, al final se marcha, porque le resultaste aburrido o porque no le gusta tu sonrisa la interpreta que es muy forzada.
Prefieres despedirte del tabernero pero antes de irte el cuerpo te exige una parada obligatoria a los baños, llegas a ellos y te encuentras con lo inesperado, no hay una superficie plana que te refleje, por ello, te acercas nerviosamente al agua que se estanca en el inodoro, para reflejar tu rostro, pero no lo logras, abandonas el baño y a la cantina; con el rostro seguro, con la máscara en las manos, sabes muy bien que nadie ha notado en donde llevas puesta tu verdadera cara, simplemente el amanecer de esta ciudad es testigo de tan singular Revelación.

Heródoto.

21 de abril de 2009

Tatuajes


ESTIMADAS MAGISTERS LUDIS:

Les escribo desde un lugar que puede estar en donde inicia el mundo, en donde formalmente se indica que sólo "empieza el que ya ha comenzado"; es decir, que sólo tiene un itinerario el que ha iniciado ya un camino; no solamente es viajero el que visita países extranjeros sino también aquél que con el dedo en el mapamundi cruza Inglaterra o el desierto de Siberia, y no sé si sea desierto y sí no lo es, este viajero tiene la capacidad de cubrir de arena en donde antes era tumbra y hielo.

Leo un libro y es este párrafo que les transcribo:

“¿Que pasaría –se pregunta en sus Diarios- si uno se tatuara un corazón sobre la frente? Entonces todo el mundo vería que el corazón se le ha subido a la cabeza. Y si fuera un corazón de tinta azul, un azul de muerte, agónico, uno podría también decir que la muerte se le ha subido a la cabeza. Sólo necesitamos tomar nota de lo profundamente que nos alcanzó el terror”.

Y en otro lugar anota lo siguiente:

“Tatuarse era originariamente un arte hierático. Si los poetas tuvieran que grabarse sus versos o incluso sus imágenes fundamentales en sus propias carnes, seguramente producirán menos. Por otro lado, podrían eludir menos el sentido originario de la publicación como forma de autodesnudamiento”.

No recuerdo haber leído textualmente lo que les escribo a continuación:

Que uno no tiene que tatuarse físicamente un águila o un jaguar o una rosa, puesto que lo verdaderamente tatuado ha estado en nosotros desde que nacimos, las palabras que escribimos surgen desde nuestros omóplatos, como las alas de una águila y pueden ser no ala, sino garra y diente como el jaguar y pueden surgir espina y hoja verde, culminando con pétalos de multicolores.

Este itinerario tiene la intención de escribir lo sucedido, lo que está sucediendo y lo que esta por acontecer, no se compara al arte de leer las cartas del tarot, ni aquellos que ven en las líneas de la mano ya han futuro desarrollado y por acontecer, este itinerario no tiene respuestas obvias ni fáciles, es más no tiene respuesta alguna sólo tiene el encanto de encadenar preguntas.
Concluyo con mis notas, tratando de responder a las misivas de ustedes, no me consideren como un olvidadizo o peor aún, un irresponsable, las cartas que no les envié, fue porque trate de cruzar la frontera de este lugar, y el guardia tenía orden precisa de no dejar pasar nada de valor, y lo único que traía en mis maletas eran esas cartas, y creo que esta resume a las anteriores.

Atentamente:

Heródoto.

11 de marzo de 2009

Correspondencia



Estimada musa:


El deseo de que nuestras preguntas

obtengan una respuesta

es idéntico a ese otro deseo

de abrazar o ser abrazados

por otro ser humano.

J.M. Coetzee frag.

tomado de la novela FOE.

En Filosofía se piensa que cuando formulas una pregunta no necesariamente debe haber una respuesta, en palabras de San Agustín que antes de santo es un filósofo dice: "Es mejor seguir buscando que encontrar".

En la medida de profundidad de la pregunta se trata de encontrar el origen, el por qué de nuestra existencia ¿quién soy? ¿de dónde viene el mundo? son preguntas netamente humanas legítimamente filosóficas.

Y si pasas a otro grado al preguntar ¿quién es el otro? te encuentras en otros terrenos, el aire es distinto, la visión proviene de lo amado es completamente mágico y terrenal, la dualidad se en todo su esplendor: ángel-demonio, rosa-espina, encuentro-despedida, vida-muerte, patria-exilio, etc.

Por ello, me dedico a la escritura, a labrar en letra lo endeble y efímero, lo pasajero, lo que no se puede detener en las manos como el viento, el mar, las lágrimas o la arena del desierto. En la escritura se pueden lograr lo incontable, lo majestuoso hasta llegar al fondo del fango lo inestable, el perjurio, la ingratitud y lo detestable.

La pluma produce demonios y seres angelicales,crea patrias para los exiliados, reinos que dirigen los don nadie y fracasados, dignos ejemplares de nuestra vida humana. También re-escriben los amores imposibles les dan el matiz para sustentarse en el aire que respiras.

No siempre se logra el efecto deseado por ello se dice que cuando escribes algo ya no te pertenece sino que se encuentra a la merced del lector darle desde su óptica un nuevo significado. Las cartas que ya no se utilizan tenían este encargo hacer y deshacer lo tejido por el amor y el desamor. En un estira y afloja perpetúo, en un borrar y reescribir la escritura, sobre tu nombre otro nombre y que al final resulta ser el mismo.

La maldición de los que leen es escribir, donde terminó equis autor continuar su historia que por cansancio o desesperación lo abandonó; hay otro adagio que ilustra lo que quiero decirte: Un texto nunca se termina sólo se abandona.

En todo naufragio se encuentra siempre un sobreviviente para contar la historia, los que nos dedicamos a lectura-escritura somos sobrevivientes de nuestras propias historias: las que vivimos, de las que nos cuentan otros o las que vivimos con otro naufrago.

Es curioso dejar que las cosas solas tomen su justa medida, es naufragar y dejar que la corriente te lleve a una isla o algún continente desconocido.
Por ello, no te llamo, por ello, no voy junto a ti y te leo está larga carta, es mejor aguardar y de repente abandonar esta empresa sin ningún motivo aparente.

Y después vendrás y tratarás de imaginarme en el momento de escribirte estas palabras, continuarás las huellas que dejé no por lograr un objetivo sino por el simple hecho de caminar en la playa de nuestros recuerdos.

En fin, creo que está vez me ganó el temple de escritor, un temple absurdo es como llevar un paraguas en medio de una tormenta puesto que el agua moja por todos lados.

Testaruda tarea la mía de llevar el paraguas abierto y no poder cubrir tu cabeza de la tormenta...
Tuyo Heródoto.

29 de enero de 2009

Taciturno

"Y la musa se hizo carne
y puso su tienda entre mis días".

Hace días apareció lo que todo escritor nunca quisiera y que a la vez, es lo que siempre ha anhelado, que la musa de su inspiración tomé presencia en un par de ojos pardos, en un rostro salpicado de estrellas con una melena tan oscura como la noche que se interna en nuestros sueños y que termina cerrando nuestros párpados.

Ella y es a la única que no le puedo dedicar una larga carta de amor, a la que no puedo recitarle los versos de Girondo, cuantas palabras se quedan atrapadas en la garganta, cuantos momentos quedan postergados por el "quizás", por el "ya pero todavía no", me resulta perjuicioso decir que todo lo que escribo lo he escrito por ella, yo que no he pasado de escribir cartas y nunca una obra literaria con cabalidad.

He llegado al punto de negarme de escribir, llegan a mi mente frases lapidarias como: "primero vivir, después filosofar", primero la vida pero la vida, la que se respira fresca, la que no tiene ataduras, la libertad del momento, la he respirado en el espacio que se encuentra ella, y este espacio hóstil, en donde su horizonte no es el horizonte mío y resulta enfermizo padecer el mal de amores que los poetas han descrito hasta la saciedad, comprobar en tu cuerpo las palabras de los poetas, es peor que tener una enfermedad física esta enfermedad afecta lo intangible lo que nunca se puede tocar, ver que lo cercano se convierte en inmensa lejanía, acudir con los físicos y discutir que la distancia no siempre es la distancia que recorre un cuerpo de un punto a otro, sino que es la que nunca recorrerá.

Muchos han llamado que estar enamorado es como estar hérido, ante estas batallas hay manuales y uno ellos es del venerable Ovidio que recomienda a los primerizos: “Joven soldado que te alistas en esta nueva milicia, esfuérzate lo primero por encontrar el objeto digno de tu predilección (a la mujer que vas a amar); en seguida trata de interesar con tus ruegos a la que te cautiva, y en tercer lugar, gobiérnate de modo que tu amor viva largo tiempo” (..) “Pues te hallas libre de todo lazo, aprovecha la ocasión y escoge a la que digas: Tú sola me places”. Cómo desearía decirle estas palabras, al menos me gustaría que la persona que ama se las diga algún día.






Y éste título de "taciturno" se lo debo a ella que me hace pensar en la imposibilidad de nuestro amor, y sobre todo, en el hecho de recorrer todas las ciudades que he estado, y llegar al punto, de asegurar que todos los rostros que has conocidos, cada timbre de voz, cada mirada, cada palabra, cada silencio se amalgaman en uno, la diversidad se unifica en el rostro que más amas en este momento, el paso que estas dando reune todos los pasos que has dado anteriormente, y estos te conducen hasta el punto que ahora te encuentras.